NUESTRO SANADOR

NUESTRO SANADOR
24 DE ENERO, 2021
Pastor Adolfo Membreño
Las enfermedades forman parte de la consecuencia del pecado de nuestros primeros padres en el Edén. Todos sufrimos por causa del deterioro de nuestro cuerpo y esto nos hace sufrir. Jesús vino al mundo para tomar nuestro lugar y pagar por nuestro pecado con su propia vida. Así restauró nuestra relación con Dios y nos mostró que Él es el único camino al Padre. Durante su ministerio terrenal, cumplió la Ley de Moisés y enseñó la doctrina del Nuevo Pacto; Las señales que le seguían incluían la sanidad de miles de enfermos, resurrección de muertos y milagros creativos que solamente Dios puede hacer.

El Señor hizo pacto con los hijos de Israel exhortándoles a oír, hacer lo recto y obedecerle para que las plagas de Egipto no vinieran sobre ellos; y concluyó diciendo; “…yo soy Jehová tu sanador “ (Éxodo 15:26).
El deseo de Dios siempre ha sido que nos convirtamos de corazón a Él, para que estemos en salud. Su deseo no es que estemos enfermos, ni del alma, ni del cuerpo. Isaías profetizó de Jesús, setecientos años antes de su venida diciendo: “él llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores”… “y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:4-5).

Pero la labor de Cristo, en cuanto a la sanidad, no terminó con su partida, sino que pasó a sus apóstoles y a todos los que creen en su nombre “…sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” -(Marcos 16:17-18). Luego de establecer éste concepto, viene mi pregunta: ¿Qué hacemos cuando nos enfermamos? ¿Corremos al médico y a las medicinas? Si la respuesta es si, no tiene nada de malo, sin embargo NO DEBEMOS olvidar que primero tenemos que acudir a aquel que dijo que es nuestro sanador. Si olvidamos acudir a Dios primero, no tendremos la oportunidad de honrarle como lo que es: “nuestro sanador”. Una de las principales recomendaciones del apóstol Santiago es: 14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. 15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. (Santiago 5:14-15).

Entonces amados hermanos, si hemos creído en aquel que sanó nuestra alma del pecado, debemos también confiar que su promesa incluye la sanidad que viene de Él. Si estamos enfermos, no tengamos pena de pedir oración a los hermanos porque “la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará”. Así mismo si sabe que alguien está enfermo, no dude en orar por esa persona, Dios nos llamó con ese propósito, pero debe orar creyendo que el enfermo recibirá la sanidad aunque el diagnóstico sea de una enfermedad terminal, ya que el Señor es quien lo levantará, no usted.

Adicional, pero no menos importante es que usted tenga una vida de oración continua. Es lamentable que en las iglesias haya personas que no viven una vida plena en el Espíritu, y que solamente practican una religión más, siendo de poco o ningún provecho para el cuerpo de Cristo. Es por esta razón que algunos no practican la oración unos por otros, lo cual es parte de la doctrina del Señor: “Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho”. (Santiago 5:16)

Mi consejo es que usted tome hoy mismo su decisión para vivir de acuerdo a la voluntad del Señor. Si está enfermo llame a los ancianos de la iglesia, gente de oración con testimonio y pida oración declarando su enfermedad y la necesidad de ser sano. Si no está enfermo, entonces, ponga su vida al Servicio del Señor y déjese usar por el Espíritu Santo: “El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente” (Santiago 4:5).

Abandone la banca del cristiano cómodo e indeciso. Hágalo por fe; tome acción hoy mismo, y Dios le usará más allá de sus expectativas.